Pasó a buscarlo. Llevaba ella el coche y él le indicaba dónde debía ir.
Por el camino ella al volante experimentando lo que se siente al ser observada por ese hombre de ojos castaños y mirada profunda. Él acariciaba su hombro, su piel y ella se ruborizaba, los sentimientos pululaban a sus anchas y esas miradas de complicidad les hacían sonreír.
Llegaron y ella quedo prendada. La llevó a un paraíso, un hotel apartado en medio de la montaña idílico para pasar una de sus mejores noches.
Nada más llegar se deshacían en besos, miradas, una ducha para prepararse para ir a cenar, pero las ganas pudieron más. La tumbó en la cama y se besaron lentamente, con pasión, clavando sus miradas el uno con el otro, sintiendo como esa sensación recorría sus cuerpos, esa respiración entrecortada que les hacía perder la razón, se quitaron la ropa sin dejar de mirarse, él le besaba todos y cada uno de sus poros, recorrió todos los centímetros de su cuerpo, ella le mordía el cuello, lo besaba y no dejaba de mirarlo. Se incorporó encima de ella y con la mirada clavada en sus ojos entró dentro de ella, haciendo que arqueara esa espalda que le volvía loco llena de lunares y de esos besos que la desarmaban.
Cada vez era como la primera.
Salieron a la terraza a cenar, hablaron de sus planes de futuro, de la vida, de que todo iba a salir bien.
Fueron a tomar una copa, cogidos de la mano y seguían las promesas, recordaron, hablaron de música, les apasionaba .Se deshicieron en piropos, besos, sus cuerpos hablaban solos, no hacían falta las palabras, iban a hacer realidad su historia.Una historia que estaba escrita en los libros más antiguos de cualquier leyenda pasional entre un hombre y una mujer predestinados a estar juntos.
Pasaron una de sus mejores noches, compartiendo momentos únicos, especiales, con una complicidad brutal.
Volvieron sonrientes, con planes de futuro, más enamorados que nunca. Se despidieron con esas ganas de volverse a ver.
Sabían que iba a ser para siempre.
X&E verdparis
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